La pintura es la columna vertebral del proceso artístico de Gabriel Silva, quien ha creado su propio lenguaje visual en el que concibe universos oníricos a partir de su imaginación. El uso particular del color que crea en sus lienzos contribuye a crear una atmósfera de mundos desconocidos con figuras enigmáticas que invitan al espectador a sumergirse en una dimensión profunda del sueño. Para Silva, lo divino está en la naturaleza. Sus convicciones están en línea con la mitología griega, que definía a los seres elementales como los genios formadores y protectores de la tierra, el agua, el aire y el fuego.