13 Obras expuestas en Kooness
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Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Beca del Departamento de Paisaje de la Facultad de Bellas Artes de Madrid. Goyo Domínguez nació en una familia sencilla. Su padre tenía un talento natural para el dibujo e hizo retratos de sus hermanos durante un largo periodo de convalecencia debido a una grave enfermedad. Sin duda heredó de él este amor por el dibujo y desde niño utilizó trozos de carbón para crear pequeños “murales” en las paredes encaladas del patio bajo la atenta mirada de su madre. A la edad de diez años entró en el seminario de los Hermanos Maristas para comenzar sus estudios secundarios. Allí encontró un ambiente que estimuló su amor por las artes, ya que con frecuencia se organizaban actividades teatrales, musicales, literarias o pictóricas. Tuvo la oportunidad de pintar grandes murales de contenido religioso que alcanzaron gran difusión en España y Latinoamérica. En 1982 inicia sus estudios de Bellas Artes en la Universidad Complutense, siendo alumno de profesores como Agustín Úbeda, Antonio Guijarro o José Carralero, quienes le conceden una beca de fin de carrera de paisajismo. Recuerda con cariño el consejo y la dedicación del profesor de dibujo Álvaro Paricio, quien le ofreció la posibilidad de permanecer en la universidad como profesor asociado. Y, por supuesto, recuerda con mucho cariño a sus compañeros de estudios de los que tanto aprendió. En la universidad conoció a la pintora Raquel Pérez Fariñas, madre de su hija María y compañera de vida y de ilusiones artísticas comunes en aquellos primeros años. En 1990, el marchante de arte Sam Benady abrió una galería junto al Museo del Prado y propuso a Domínguez trabajar exclusivamente con él, haciendo un gran trabajo de promoción de mi trabajo en prestigiosas galerías de todo el mundo hasta 2008. Domínguez quiere destacar, dentro del trabajo de estos últimos años, su participación en el Proyecto Cosenza. En esta bella ciudad calabresa pintó durante dos meses cinco murales de dos por tres metros cada uno, representando escenas históricas relacionadas con la influencia española en esa zona de Italia. Ha sido una experiencia humana y artística maravillosa, ya que le ha permitido compartir su pasión por el arte con maestros como Jhon Pickind, Richard Whimcop, Silvia Pecha y Alexander Barbera Ivanov. Esta experiencia artística le ha introducido en la prodigiosa riqueza de trabajar en equipo en un proyecto creativo, superando intereses personales y obsesiones para alcanzar un objetivo común. Ha sido algo nuevo para él, acostumbrado a pintar siempre en la soledad de un estudio, y por lo que se siente profundamente agradecido.