ANA HILLAR

Un fuego interior que une cuerpo y naturaleza en revoluciones y transformaciones invisibles y toma forma en un camino de obras materiales

 

"Tummo, la capacidad de resistir

energía oculta que conduce hacia la continuación de la vida. 

Renacimiento. 

El poder secreto de la tierra vibrando en las profundidades, el poder secreto de la vida pulsando dentro.  

La boca del volcán a punto de explotar.

Pulso de cada célula, cada órgano, interioridad en expansión, poderosa vibración de la respiración. 

La respiración como único motor.

Tummo es la expresión del pulso que perdura incansablemente, 

perdura y se repite, gesto vital inconsciente, instintivo, natural

inevitablemente incesante.

Ana Hillar

 

Tummo en tibetano significa fuego interior y es una técnica de respiración practicada por los budistas durante más de mil años que permite sobrevivir a condiciones extremas.

En nuestra vida en una sociedad cada vez más tecnológica, a menudo nos olvidamos de escuchar a nuestro cuerpo como un contenedor de organismos, el motor perfecto donde reside la fuerza y la energía de nuestro ser. Se presta atención sólo al exterior, a la superficie, a la imagen, descuidando y a menudo bloqueando la parte más vital, instintiva y poderosa que hay en cada uno de nosotros, la parte que nos conecta profundamente con la naturaleza. Ana Hillar presenta un cuerpo de obras materiales e instalaciones de gres diseñadas especialmente para la galería de Milán Tempesta, que continúa su camino de investigación y análisis entre el cuerpo y la naturaleza.

El itinerario de la exposición contará con las instalaciones específicas del sitio Breath, hechas de ramas de barro, gres, humo y oro, y la obra suspendida Habitat, hecha de ramas de gres. Completa la exposición una serie de esculturas de gres que dan nombre a la exposición, Tummo.

Tummo identifica un estado de introspección, de descubrimiento y escucha sin prejuicios ni temores, mirando hacia adentro y sintiendo la energía vital y poderosa que fluye, la funcionalidad perfecta de nuestros órganos, la transformación continua. También representa una voluntad de diálogo con la naturaleza, una predisposición a escuchar, a contemplar la existencia.

Cada vez que inhalamos hay una pequeña revolución dentro de nosotros, células abrumadoras, flujo sanguíneo, actividad cerebral, sistema nervioso, todo desencadenado miles de veces a lo largo de nuestras vidas por un gesto tan natural e inconsciente como el acto de respirar. 

En este proyecto, el punto de partida es la tierra, el elemento principal de la vivienda y el lugar de nacimiento de la vida, lo que permite a Ana Hillar acercarse a escuchar a la naturaleza en su conjunto, dibujando una analogía entre los humanos y las formas de vida de nuestro planeta. El medio ambiente, las fuerzas que mueven los flujos de los ríos, el vigor que libera una semilla, la energía latente en un volcán, la fotosíntesis de las plantas, son comparables en todo al funcionamiento del organismo humano en su conjunto. Estos son solo un ejemplo de adaptación a las condiciones extremas a las que el hombre y el planeta, debido a la urbanización, a menudo están sometidos, demostrando una fuerte y espontánea capacidad de resiliencia, y en la naturaleza, incluso renacimiento. 

“Tomar material de la tierra, hacer uso de técnicas antiguas, como la leña, saber guiar el fuego para presenciar la transformación necesaria es fundamental en mi investigación, acercándome a las raíces de una cultura ancestral que nos pertenece. No delegando la transición al automatismo de la tecnología, a la conveniencia de un horno informatizado, vigilando el fuego durante unas 10 horas, comprobando el color dentro del horno, esperando el momento del asombro. El diálogo directo con el material implica un proceso lento y largo, se podría comparar con los ciclos de la agricultura, la recolección de material, la preparación, el desarrollo lento y progresivo de la forma, el secado y finalmente la cocción. Como un mantra, marca el tiempo lenta y repetitivamente. Primero sólo hay un vacío, la percepción del vacío, la escucha. Construir alrededor del vacío con la cadencia rítmica de las pulsaciones del cuerpo, una repetición constante del gesto, como respirar 12.000 litros de aire que fluyen a través de nosotros todos los días. Tummo es la expresión del pulso que dura incansablemente, persiste y se repite, inevitablemente incesante.

Ana Hillar